lunes, 30 de abril de 2007

El tapiz de Fionavar. Sendero de tinieblas.

La impresión general de la serie, una vez terminada, no es mala. El autor consigue crear un mundo nuevo bien ambientado, llenarlo de detalles, de personajes consecuentes y coherentes, de poder, incluso de una cierta épica. Pero falla en la ejecución. El tercer libro se hace largo. Es el más extenso, y además es lento. Desesperantemente lento. Va desgranando muy despacio los sucesos desde las diferentes perspectivas de los extranjeros. Esto, que podría utilizarse para enriquecer la narración, la entorpece, puesto que cuenta una y otra vez las mismas cosas sin apenas variaciones. Si en los libros anteriores caía en este fallo con cierta frecuencia, en este libro es constante. Durante buena parte del libro queda la impresión de que se podría contar lo mismo con menos páginas y quedaría mucho mejor.
Y para rematar la batalla final no es dinámica, no transmite la acción y la intensidad que debiera. Y el desenlace tarda tanto en resolverse que se hace eterno.
La serie deja un sabor agridulce, de una historia con muchas posibilidades que a veces consigue atrapar, pero que las más de las veces se hace lenta por repetitiva y falta de ritmo.

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