jueves, 19 de julio de 2007

La espada de fuego

Como se puede leer en la reseña de la contraportada:

Zemal, la Espada de Fuego, es el máximo símbolo de poder y la mayor aspiración de todo guerrero. Sólo los Tahedoranes, los grandes maestros de la espada, pueden competir por ella en una carrera sin cuartel por descubrir su escondite. Tras la muerte de Harión, el último Zemalnit, siete aspirantes se disputan la espada; pero hay en juego algo más que la ambición de poder, pues extrañas fuerzas están dispuestas a romper la concordia entre los hombres y los dioses, exiliados desde hace largo tiempo de Tramórea. Aquéllas se han unido para despertar a Tubilok, el dios rebelde que duerme fundido en una roca en los abismos del Prates y cuyos sueños se convierten en las pesadillas de los hombres.

Derguín y Kratos May, los guerreros, y Linar y Mikhon Tiq, los magos, deberán enfrentarse al caos y la destrucción a fin de superar las múltiples traiciones y trampas de Togul Barok, príncipe de Áinar, así como para ganar la Espada de Fuego y salvaguardar el frágil equilibrio de Tramórea.

La espada de fuego es una novela de fantasía épica, o fantasía heroica, con muchos de los elementos que caracterizan este género.

Estuve a punto de abandonar la lectura al principio. Me costó mucho meterme en la historia a causa del exceso de nombres extraños y, sobre todo, complejos y difíciles de leer, y por lo tanto de recordar. Además, me encontré con otros dos aspectos que no me gustaron: las descripciones de los movimientos durante los combates o en los bailes se hacen confusas, aspecto que mejora sensiblemente más adelante; y en segundo lugar pero más importante, se nota demasiado la amalgama de tradiciones y religiones, de todo lo que Javier Negrete a oído o leído, y que mezcla sin demasiado tino en ocasiones, restándole interés al libro.
Afortunadamente, no me gusta dejar un libro una vez que lo he empezado, y me empeñé en seguir con la esperanza de que mejorara. Y acerté. La narración avanza y, una vez medio acostumbrado a los nombres, aparece una novela interesante, que engancha, que va desgranando una historia llena de acción, de magos y guerreros, de dioses enfrentados que intervienen en los asuntos humanos para salirse con la suya, de luchas de poder entre los bandos enfrentados por la espada de fuego, que resulta ser una lucha de poderes que está más allá de la comprensión y del alcance humanos. Incluso lo que antes parecía una amalgama de costumbres, se traduce en una buena mezcla de las diversas fuentes a las que recurre Javier Negrete, consiguiendo entonces una excelente ambientación. Además, la magia en La espada de fuego está muy bien llevada, con elementos originales y mucha coherencia, no se trata de un parche o un añadido más sin fundamento.
La novela está ambientada en una época seudo-medieval, como no podía ser de otra manera, donde tanto las diferentes culturas de Tramórea como sus paisajes están bien descritos. Pero en esta ocasión vamos descubriendo poco a poco que los avances en la ciencia y la tecnología no están por venir, si no que ya se han producido y se han olvidado, pues se trata de un mundo post-apocalíptico en decadencia desde la época de la conquista espacial, del que apenas quedan algunas reminiscencias y ruinas. De hecho, los habitantes de Tramórea todavía no han terminado de explorar su mundo.

Una novela en la que es difícil introducirse, compleja y coherente, pero que merece la pena leer. Aún más si tenemos en cuenta que el autor, Javier Negrete, es español, lo que convierte a esta saga en una de las más interesantes de la fantasía española. Desde luego, habrá que leer la segunda parte, El espíritu del mago.

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