miércoles, 11 de julio de 2007

De parte de la princesa muerta

Novela histórica de la época de entreguerras en la que Kenizé Mourad cuenta la vida de su madre, Selma, hija de una princesa otomana que es expulsada de Turquía junto con el resto de la nobleza turca después de la primera guerra mundial.
Escrito con una voz distante, un narrador omnisciente que se hace demasiado lejano al principio y hace difícil entrar en la historia, pero que, paradójicamente, atrapa conforme avanza la lectura, describe con pequeñas pinceladas, sin pararse en largas descripciones, y siempre a través de los sentimientos y pensamientos de Selma, los ambientes de la corte otomana, del Líbano bajo ocupación francesa, de la India de los rajás, y del París confiado ante la amenaza de los nazis.
Cuenta desde el punto de vista de una mujer musulmana los cambios políticos del período de entreguerras. La vida opulenta y despreocupada de la infancia en el harén, el fin del imperio turco; la adolescencia en el Líbano; las convulsiones internas en la India y el movimiento independentista del dominio inglés, ya casada con un rajá; la vida alegre y despreocupada del París de preguerra, de una nación confiada en sí misma, ignorante de lo que se le viene encima. Como novela histórica, cumple muy bien su cometido. La autora es capaz de recrear cada uno de los momentos históricos en sociedades muy diferentes, de manera que se comprenden fácilmente las luchas de poder en la Turquía vencida, las diferencias entre los musulmanes chiítas y sunitas, entre musulmanes turcos y musulmanes indios, entre hindúes y musulmanes y entre los colonos ingleses y los nativos en la India, y la vida distendida y confiada en París.
Y siempre contando la historia de la vida de Selma, una historia triste de desarraigo y búsqueda interior, que no deja de tener momentos de alegría, y que en ningún momento se hace pesada. Un libro emotivo y evocador, en el que se pueden encontrar algunas reflexiones interesantes sobre la vida, que llega a hacerse corto a pesar de su extensión, y que deja buenas sensaciones con un regusto amargo. Aquel que llegue hasta el final podrá comprender por qué.

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