sábado, 23 de junio de 2007

Transformaciones

La habitación del deseo está dentro de él y fuera de él. Puede sentir su presencia atronadora y silenciosa, agotadora siempre, tan irresistible y tan inalcanzable, tan atrayente, tan terriblemente atrayente, tan terriblemente dolorosa, como un druida podría sentir la antigua presencia de un bosque talado en una llanura sin árboles. Se sentiría igual de reconfortado por la sombra de la energía que una vez desprendieron los árboles, igual de frustrado porque ya no queda mas que el recuerdo del bosque en las piedras en las que una vez se hundieron las raíces.
Es como un sueño recurrente, propio de su naturaleza, que noche tras noche le mantuviera en vilo temeroso de caer dormido, pero que justo antes de entrar en el sueño, agotado, rendido por la vigilia forzada, se traiciona a sí mismo deseando, con un deseo poderoso que está más allá del deseo humano, entrar dentro de la habitación sin fin limitada tan sólo por su propia imaginación.
Allí, un árbol ha crecido dentro de él y las extremidades se le han vuelto rígidas y retorcidas como las ramas secas de un árbol muerto, y otras ramas nacen de las cavidades vacías de sus oídos y de sus ojos, proyectándose hacia el exterior. Un parpadeo, ilusorio en sus ojos ocupados por las ramas, y se transforma en una flor que está creciendo con una velocidad imposible en el árbol que antes era él, en el extremo de una rama delgada y flexible que cimbrea con la brisa arriba y abajo, arriba y abajo. Y ese movimiento de vaivén le catapulta convertido en una semilla arrastrada por el viento suave.
Otro parpadeo y se ve convertido en una mariposa que revolotea alegre por entre las flores de colores de un prado de infinito verde desbordado de sol. No tiene más ambición que seguir una trayectoria errática que desconoce, vagando alborozada y satisfecha, a veces justo por encima de la hierba, a veces buceando entre los tallos y las flores, rodeada siempre de la fragancia que las plantas ofrecen a la luz del sol de primavera.
Otro parpadeo y es una ardilla llena de energía que sube corriendo, nerviosa, por el tronco de un árbol que ya no es él, ni lo ha sido nunca, y entre quiebros y requiebros asciende por ramas gruesas que se van haciendo cada vez más delgadas, y se para de golpe, excitada e inquieta, en el extremo vertical de la rama más alta. Husmea el aire, jadeando, mientras el paisaje lleno de vida se introduce dentro de sus pulmones y vuelve a salir, una vez, y otra vez, y otra vez, tantas veces que ya no sabe se está dentro o fuera de él, y tiene la impresión de abarcarlo todo y no ser nada.
Cuando vuelve a ser él mismo se siente agotado, feliz por la estancia y porque ya no está allí dentro, temeroso de que alguien se de cuenta y se empeñen en llamarlo loco y en evitar que vuelva a entrar; frustrado porque quiere entrar de nuevo y soñar otro sueño distinto de todos los anteriores y de todos los que le seguirán.


Fotografía: Nhung.


El cuentacuentos

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

5 comentarios:

  • wannea
    23 junio, 2007 20:47

    Pues no estaría mal parpadear y ser otra cosa distinta a la que eres, nada mal, lo malo es que algun dia no te quedarian cosas en lo que convertirte y entonces se volveria aburrido no??? aunque por desear te puedes parar toda la vida deseando...
    me a gustado especialmente la del arbol, con las ramas, sip, esa me gusta mucho, yo pediria convertirme en arbol, bessos!

  • Anónimo
    24 junio, 2007 00:04

    Un poquito tarde...pero aqui estoy...como cada semana leyendo cuentacuentos...(no sé porque pero siempre empiezo por el final)

    Te confieso que he tenido que leer un par de veces el relato para enterarme más o menos bien...una vez saboreado todo lo que expresas...
    Me ha parecido un relato muy diferente e interesante, narrado con gran belleza..Hasta otra.

  • Anónimo
    24 junio, 2007 02:52

    Curioso relato con, imagino, reflexión en las letras. Me ha gustado cómo lo has expresado. El mensaje que me has transmitido es libertad, soñar con la libertad de ser una mariposa que vuela a sus anchas por el prado, de ser una ardilla que corretea libremente por las ramas, de ser un árbol, tranquilo, sereno y libre en su mundo verde. De ser lo que sea, pero libre pues soñar es gratis y todo lo que uno busca se puede encontrar en los sueños... o en la habitación del deseo.

    Un abrazo!

  • Luz de Luna
    25 junio, 2007 09:39

    Me parece muy bien narrado. Salu2.

  • tormenta
    06 julio, 2007 10:03

    transformaciones? mmmm no me ha gustado el título, no por nada (yo soy penosa poniendo títulos) pero es que me parece demasiado obvio, demasiado evidente para un texto tan introspectivo y lisérgico como este.
    me ha gustado mucho releerlo ;)
    un besito

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